En el idílico entorno del Señorío de Beraiz, con el lago como testigo, se llevó a cabo la boda de Marina y Rodrigo.
El pintoresco escenario se fusionó con la armonía de las tonalidades blancas y los cálidos naranjas cuidadosamente seleccionados para las flores, creando una atmósfera de ensueño.
Desde el altar hasta el ramo, cada detalle estuvo imbuido de esta paleta de color.