La boda de Miriam y Ricardo fue un evento íntimo y especial, con solo 50 invitados que se distribuyeron en siete mesas; no faltó detalle alguno. Los centros de mesa, con jarrones llenos de orquídeas, frutas, claveles y lisianthus, añadieron un toque de elegancia y frescura a la celebración.
El seating plan, caligrafiado a mano por Jon Zabalegui, fue una auténtica obra de arte que impresionó a todos los presentes. La ceremonia, repleta de flores, creó una atmósfera mágica y romántica que reflejó perfectamente el amor de la pareja.